martes, 3 de junio de 2008

INDIANA JONES Y EL REINO DE LA CALAVERA DE CRISTAL

INDIANA JONES AND THE KINGDOM
OF THE CRISTAL SKULL (USA, 2008)



Director: Steven Spielberg
Productor: Frank Marshall
Guión: David Koepp
Productor ejecutivo: George Lucas
Director de fotografía: Janusz Kaminski
Editor: Michael Kahn
Música: John Williams
Intérpretes: Harrison Ford, Cate Blanchett, Karen Allen, Ray Winstone, John Hurt, Jim Broadbent, Shia LaBeouf, Igor Jijikine.

Género: Acción/Aventura/Comedia
Duración: 122 min.



El tiempo no pasa en balde. Y 19 años son demasiados para cualquiera, incluso para los más aguerridos héroes de acción. Bien lo sabe Indiana Jones, que a estas alturas se ha convertido en un venerable anciano. ¿Puede un héroe caduco resurgir de sus cenizas para convencer a una nueva generación de espectadores?

UN REGRESO DECEPCIONANTE

En 1281, el tándem Lucas-Spielberg encumbró al estrellato a un joven Harrison Ford con "En busca del arca perdida", la primera y celebrada película de Indiana Jones. Por méritos propios, el personaje se instaló en el subconsciente colectivo como un héroe icónico y fanfarrón, capaz de encandilar con su media sonrisa, su látigo y su pecho descubierto a féminas de cualquier clase y condición. Habida cuenta del éxito de la primera entrega, Lucas-Spielberg decidieron explotar la franquicia con "Indiana Jones y el templo maldito" (1984) e "Indiana Jones y la última cruzada" (1989). Los millones llovieron y el héroe se convirtió en el mito que todos conocemos.

Casi veinte años más tarde, Lucas, Spielberg y Harrison Ford aúnan esfuerzos para crear la cuarta entrega que todos esperábamos. Atrás quedan 10 años de versiones y reescrituras de guión (algunas de ellas firmadas por nombres tan prestigiosos como Frank Darabont o M. Night Shyamalan) hasta alcanzar el consenso de las tres partes implicadas. Ha sido un proceso lento y doloroso, pero al fin David Koepp (autor del libreto de "Parque Jurásico" y "Misión Imposible") se ha llevado el gato al agua.

ESTE NO ES MI INDY, QUE ME LO HAN CAMBIADO

Aquí radica el principal problema de la cinta, en la inconsistencia de un guión blando y poco creíble. Los fans del verdadero Indiana Jones se sentirán defraudados al descubrir que su héroe se ha convertido en un triste estereotipo de sí mismo. Basta con escuchar los primeros diálogos del doctor Jones para saber que Indiana -a pesar del sombrero y el látigo- ya no es el mismo.

La película arranca situando a Indy en el centro de una trama de espionaje que, para deleite de los puristas del personaje, nos lleva de vuelta hasta uno de los lugares comunes más reconocibles, sugerentes e inexplorados de toda la saga. Esta vez los malos son soviéticos y no nazis, pero para el caso es lo mismo, porque son dos caras de la misma moneda; villanos planos e insustanciales que se comportan tal y como cabría esperar. Cate Blanchett se encarga de dirigir las hordas de malvados comunistas, convertida en una suerte de dominatrix con poderes parapsicológicos que nunca llega a demostrar.

Tras un comienzo esperanzador, la película discurre según lo previsto: planteamiento del misterio de la calavera de cristal, investigación del mismo, viajes por lugares exóticos, exploración de catacumbas repletas de trampas mortales y dominios de civilizaciones remotas y desconocidas. Todo ello aderezado con grandes dosis de acción y alguna que otra escena cómica de segunda fila.

LUGARES COMUNES

La historia no sorprende: está repleta de lugares comunes y es justo lo que cabría esperar de una película de Indiana Jones. Sin embargo, mientras que en anteriores entregas el equilibrio entre acción y drama se mantenía a lo largo de todo el metraje, en este caso la balanza se decanta por las escenas de acción, fracasando estrepitosamente cualquier intento de dotar al protagonista de profundidad dramática. Especialmente bochornosas resultan las escenas románticas entre Indy y Marion (Karen Allen), que alcanzan una dimensión esperpéntica en la recta final.

Y es que la cosa se sostiene hasta el tercer acto. Al final de la cinta, se acumulan demasiados flecos sueltos, demasiadas tramas sin resolver como para convencernos de lo que cuenta. Siguiendo con la tradición reciente del cine-espectáculo hollywoodiense, Spielberg culmina el despropósito con un festival de imagen digital, destinado a epatar al espectador con fuegos de artificio exentos para evitar que se haga demasiadas preguntas.

SÓLO PARA AMANTES DEL VIDEOJUEGO

Al igual que la nueva saga de Star Wars, "Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal" se define como un producto destinado al público juvenil, un revienta taquillas pensado para amantes del videojuego, que deconstruye el mito filtrándolo por el tamiz de las videoconsolas. Baste como ejemplo de esta tendencia la secuencia de la persecución selvática y el (innecesario) guiño a Tarzán que protagoniza Shia LaBeouf. Si me preguntan, diré que no me ha gustado. Pero que conste: el castillo de naipes se sostiene hasta el tramo final de la cinta, gracias al buen hacer del maestro Spielberg. Es entonces cuando las espectativas se diluyen y el despropósito se vuelve insostenible (atención a la escena final, francamente lamentable). Lástima esperar tanto tiempo para confirmar lo que todos sabíamos: Indiana Jones habrá vuelto, pero maldita la falta que hacía.

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